Un amor no se supera sólo se aprende a convivir con lo que se transforma.
Se aprende equivocando.
El valor de una persona reside en la intensidad.
El sentir indecible es infinito espiral.
Todo dura lo que se recuerde.
Me acuerdo temprano y me ocupo tarde.
No hacemos algo porque nos conviene sino porque nos viene la necesidad de hacerlo.
Al ver…verás veraz.
sábado, 27 de marzo de 2010
sábado, 6 de marzo de 2010
levante
El quía que laburaba cerca boludeaba mucho y bardeaba más. Digno mentor de Alberto Torrante, aquél que sanateó que limpiaría el riachuelo y se apoliyó en la esponja, el chabón relojeaba de queruza a toda la partida de minas que salían a las seis. Las fichaba desde que salían del laburo hasta que se prensaban en la lata de humanos colectiva. Es sabido que en el río de la plata las polaridades se ensaladan y terminan conjugando las cosas al revés. Por ejemplo; si una mina te dice tarado, crees que está muerta con vos. Inextricable lenguaje se usa por acá. Volviendo al quía. La vió salir con el cuellito tupé y el vestidito de sarasa que le contorneaba el viento en las caderas. Al toque la minita se prendía al ámbar de fluído sagrado hecho en Quilmes y de a poquito se perdía entre las vidrieras mirando todo lo que la guita podía comprar y que ella no podía. La mina aguantaba en la parada del bondi con la birra en la mano. El quía rompió el paisaje y le arrimó un chamuyo.
–qué linda lunita le salió a la tardecita gris.--, se animó.
La minita, que odiaba que la aborden con curserías, respiró profundo el smog urbano. Miró al piso, la botellita, al quía, y frotando el pico de la Quilmes balbuceó.
--lo único que me falta es que me siga un tarado.---
A la hora, las sábanas del telo sudaban las ganas reiterativas.
–qué linda lunita le salió a la tardecita gris.--, se animó.
La minita, que odiaba que la aborden con curserías, respiró profundo el smog urbano. Miró al piso, la botellita, al quía, y frotando el pico de la Quilmes balbuceó.
--lo único que me falta es que me siga un tarado.---
A la hora, las sábanas del telo sudaban las ganas reiterativas.
viernes, 26 de febrero de 2010
Advertencia
Si alguna vez sufres -y lo harás-por alguien que te amó y que te abandona,
no le guardes rencor ni le perdones: deforma su memoria el rencoroso y en amor,
el perdón es sólo una palabra que no se aviene nunca a un sentimiento.
Soporta tu dolor en soledad,
porque el merecimiento aún de la adversidad mayor
está justificado si fuiste desleal a tu conciencia,
no apostando
sólo por el amor que te entregaba su esplendor inocente,
sus intocados mundos.
Así que cuando sufras -y lo harás-por alguien que te amó,
procura siempre acusarte a ti mismo de su olvido
porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato.
Y aprende que la vida tiene un precio
que no puedes pagar continuamente.
Y aprende dignidad en tu derrota,
agradeciendo a quien te quiso el regalo fugaz de su hermosura.
De «Los vanos mundos»
Felipe Benítez Reyes.
no le guardes rencor ni le perdones: deforma su memoria el rencoroso y en amor,
el perdón es sólo una palabra que no se aviene nunca a un sentimiento.
Soporta tu dolor en soledad,
porque el merecimiento aún de la adversidad mayor
está justificado si fuiste desleal a tu conciencia,
no apostando
sólo por el amor que te entregaba su esplendor inocente,
sus intocados mundos.
Así que cuando sufras -y lo harás-por alguien que te amó,
procura siempre acusarte a ti mismo de su olvido
porque fuiste cobarde o quizá fuiste ingrato.
Y aprende que la vida tiene un precio
que no puedes pagar continuamente.
Y aprende dignidad en tu derrota,
agradeciendo a quien te quiso el regalo fugaz de su hermosura.
De «Los vanos mundos»
Felipe Benítez Reyes.
sábado, 30 de enero de 2010
sonrisa
Hay una cicatriz en la tierra en Bosque Lindo. Un río de aguas tan claras como la franqueza se discurre en meandros recorriendo la pradera. A modo de pueblo milenario las casas están orientadas al norte y en una leve meseta verde de cipreses. Esto explica porque no afectan los desbordes frecuentes del río a causa de las lluvias. El agua trae consigo siempre una novedad. Arrastra la corriente algún vestigio de otras comarcas, que si bien están alejadas, suelen aparecer entre las costas del río. Así fue que mientras Rogelio torturaba a su perro imitando a Pavarotti, un cuerpo llegó a la costa. En harapos casi en un tono azul, apareció exhausto, con la asfixia a boca de piel.Un hombre. Era rubio, alto y azulado. Parecía no haber comido al menos en un mes. Estaba con las manos y los pies coartados en grietas violáceas y con una sonrisa que le ampliaba la cara y le cerraba los ojos. Algo insólito, si uno se pone a pensar, pues alguien en su condición de moribundo no podría verse así. Algo impensado, como lo es estornudar con los ojos abiertos. Rogelio, que solía cuidar los animales mientras no ladraba emulando a Pavarotti, fue a su encuentro. De hecho su perro, que lógicamente se llamaba Luciano, lo encontró. Ambos le miraban la expresión y se miraban entre sí. Rogelio armó valor y montó al caballero azul en un palomino y lo llevó hasta su casa. El médico que mandaban de vez en cuando al paraje, nunca llegaba a tiempo para atender. Las personas no solían enfermar y de haber un accidente acercarse a un centro de salud demoraba un día entero de viaje. El caballero no respondía y no se le quitaba su sonrisa del rostro. Los habitantes de Bosque Lindo demoraron minutos en aglomerarse en la casa de Rogelio. Decidieron entre sopas y brebajes caseros tratar de animarlo. El caballero azul, que se tornaba a rosadito con la sopa, tendido en el catre, comenzaba a mover de a poco esa raquítica figura sin decir palabra. Mara comenzó a masajear su cuerpo frío. Jaume le hablaba bajito como cura en el confesionario. Rogelio preparaba un espeso té de cedrón, y hasta Lucciano le lamía las manos y los pies. La casita se llenó de calor y tensión. En el ritual, llegó la luna de la mano de la noche y cesó de llover. Ahí el caballero respiro profundo y aún con la sonrisa instalada, balbuceó.
---Al despedirse, ella me besó suave.—
Una mezcla de ternura y desasociego inundó el cuarto y sonrojó a la luna. Las nubes volvieron a cerrarse y un trueno se oyó como si alguien se hubiera enojado en el cielo mientras el caballero sonreía el adiós.
---Al despedirse, ella me besó suave.—
Una mezcla de ternura y desasociego inundó el cuarto y sonrojó a la luna. Las nubes volvieron a cerrarse y un trueno se oyó como si alguien se hubiera enojado en el cielo mientras el caballero sonreía el adiós.
lunes, 16 de noviembre de 2009
romancero en mitad
¿A donde se fue la duda al besar?
Será que volvió lejos al nido de cerezas
Cuando caía la tarde cerrando el mar
Esa, esa fue la única certeza.
Existen dagas del desamor
Dobles vínculos tramados
La imagen etérea del sudor
La que evapora lo salado
Recuerdo el fuego sano
El viento que recorría llaves
Tan solo ha sido en vano
Tanto acuerdo de voluntades
No resisto la mentira
E insisto con verdades
Al ver el espejo de ira
Solo soy yo y mis mitades.
Será que volvió lejos al nido de cerezas
Cuando caía la tarde cerrando el mar
Esa, esa fue la única certeza.
Existen dagas del desamor
Dobles vínculos tramados
La imagen etérea del sudor
La que evapora lo salado
Recuerdo el fuego sano
El viento que recorría llaves
Tan solo ha sido en vano
Tanto acuerdo de voluntades
No resisto la mentira
E insisto con verdades
Al ver el espejo de ira
Solo soy yo y mis mitades.
sábado, 24 de octubre de 2009
te olvidaste
Se encontraron en el desencuentro
Ahí donde la salida no trae más que silencio
Se miraron distinto.
Vieron las primaveras hacerse invierno
Frente a frente
Se cachetearon con palabras de guante blanco
y el destino les armó con viejas pistolas.
Padrinos del desasociego rezaron las pautas;
diez pasos, que eran cientos, girar y disparar.
Eterizados asintieron la pena
No saber amar tiene su castigo.
Al voltear disparó ella primero.
El cayó en el abismo y quedó ahí.
Estéril, silente, embrujado.
Ella sumó malicia y desidia.
Arrojó sales a su cuerpo.
Varios duelos habían herido su camino.
Se levantó. Se secó la cara.
Mientras ella le dejaba verdaderas mentiras
El le silbó.
Le recordó llevarse el olvido
para no tener que morir otra vez más.
Ahí donde la salida no trae más que silencio
Se miraron distinto.
Vieron las primaveras hacerse invierno
Frente a frente
Se cachetearon con palabras de guante blanco
y el destino les armó con viejas pistolas.
Padrinos del desasociego rezaron las pautas;
diez pasos, que eran cientos, girar y disparar.
Eterizados asintieron la pena
No saber amar tiene su castigo.
Al voltear disparó ella primero.
El cayó en el abismo y quedó ahí.
Estéril, silente, embrujado.
Ella sumó malicia y desidia.
Arrojó sales a su cuerpo.
Varios duelos habían herido su camino.
Se levantó. Se secó la cara.
Mientras ella le dejaba verdaderas mentiras
El le silbó.
Le recordó llevarse el olvido
para no tener que morir otra vez más.
martes, 20 de octubre de 2009
Rayito entre dedos
---Se coló la luz entre mis yemas.---dijo el índice.
El dedo se halló importante. Al brillo mágico del resplandor se floreó frente al anular. Siempre tan irónico por ser el mayor, el anular le observó orgulloso desde la huella dactilar de sus laberintos.
---Mirá la luz que he captado...— dijo el índice y agregó silencio.
---Qué buena está, pero verás, la luz la encuentro siempre, pues, sabés que me introduzco en lugares en los cuales la luz tiene otras formas.---
En un par de instantes luego, movido por una ola de endorfinas, el anular viajó a donde la luz se halla mojada.
El dedo se halló importante. Al brillo mágico del resplandor se floreó frente al anular. Siempre tan irónico por ser el mayor, el anular le observó orgulloso desde la huella dactilar de sus laberintos.
---Mirá la luz que he captado...— dijo el índice y agregó silencio.
---Qué buena está, pero verás, la luz la encuentro siempre, pues, sabés que me introduzco en lugares en los cuales la luz tiene otras formas.---
En un par de instantes luego, movido por una ola de endorfinas, el anular viajó a donde la luz se halla mojada.
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